Los costos de este sistema pueden alarmar. Sin embargo, "hay que considerar que el mayor capital y costo están en el suelo; darle la mayor rentabilidad es nuestra obligación como empresarios", argumenta el productor.
Ocampo fundamenta sus afirmaciones con números: el costo de recriar en el feedlot de Buchardo es de 0,86U$S/kg; por su parte, el costo de la fase de terminación es de 1,07$/kg. En tanto, el costo de la invernada a pasto en la zona es de 0,51U$S/kg, pero cuando se agrega el alquiler de un campo de igual calidad, trepa a 1,09U$S/kg.
Además, agrega estos argumentos: "Si el campo es agrícola, no debería ser de pastoreo salvo un uso puntual complementario, como la comida de algún cultivo de servicio o la regeneración de la fertilidad con ganadería. Si el suelo es mixto, no debería ser usado en ganadería porque seguramente es frágil y la actividad lo va a deteriorar. Por lo tanto, en suelos agrícolas se justifica cosechar el forraje y así maximizar la producción", desafía.
"Una alfalfa de corte en cualquier campo agrícola del país produce más de 10.000 kg/ha de materia seca que se pueden transformar en más de 1000 kg/ha de carne, y no hay planteo de pastoreo directo serio que se acerque a esa cifra", completa.
Por otro lado, transformar granos en kilos de carne, como hace en su planteo intensivo, es muy rentable y sustentable porque se extrae sólo el 10% los nutrientes del sistema.
Principios que justifican la ganadería intensiva
Carlos de Ocampo tiene una historia y una vocación pecuaria que ha ido evolucionando con los avances científicos de la actividad. "Hemos defendido a la ganadería hasta en los tiempos más difíciles porque juega un rol fundamental en el ecosistema, porque los rumiantes son máquinas perfectas para transformar rápidamente la fibra vegetal en proteína animal de alto valor", sostiene.
"Sigue siendo importante incluirla en rotaciones de campos agrícolas porque los cultivos perennes, con sus raíces profundas, mejoran el drenaje de los suelos, recuperan nutrientes lixiviados y aumentan la materia orgánica con sus raíces", añade.
De Ocampo procura una producción sostenible. Por ejemplo, hay voces que critican a la actividad vacuna por su producción de metano. Para disminuirla, "procuramos ser lo más eficientes posible, tener los mejores índices de procreo y producir la mayor cantidad de terneros con la menor cantidad de vacas. Estamos alargando la vida útil de los vientres productivos utilizando dentaduras metálicas y así lograr tres crías más por vaca", apunta.
Cada vaca con tres terneros más en su vida útil ahorra los dos años que se necesitan para formar un vientre. La vaquillona que desteta a los dos años un ternero recibe una alimentación excelente para combinar desarrollo y gestación, por lo que produce infinitamente menos gases.
"Quiero obtener la mayor cantidad de carne con la cantidad de kilos que sostiene el sistema", dice Ocampo. Y da ejemplos: "420 kilos por cabeza es la mayor cantidad que hoy sabemos hacer sin que se junten dos generaciones en el campo; me gusta más hacer 420 kilos con dos cabezas totales que 500 con tres", compara.
"Cuando tenemos una mirada holística sobre la producción agropecuaria, cuando los costos se consideran a largo plazo y cuando se corre la aventura diaria de producir mirando la naturaleza, el trabajo se transforma en pasión. En ese contexto, nuestros sistemas deben apuntar a producir lo máximo, extraer lo mínimo y cuidar la biodiversidad y la diversificación. Así no explotaremos la tierra, sino que produciremos manteniendo el legado que nos prestaron nuestros hijos", concluye.
Las claves
De Ocampo minimiza el uso de alimentos que no son producidos en el mismo campo. La base de la nutrición son megafardos, silaje de alfalfa, silaje de maíz, concentrados y núcleo con sales minerales y vitaminas de propia producción.
Utiliza maquinaria agrícola propia en todos los procesos, para tener asegurado que cada confección sea hecha en el momento óptimo de rinde y calidad, y poder optar para elegir el destino de cada componente. Además, las raciones también son producidas en una planta de alimentos balanceados propia ubicada en Pehuajó, que abastece a todos los campos.
En los campos de Lena SCA se aprovechan todas las nuevas tecnologías para tener medidos los procesos. "Hoy todos nuestros terneros tienen chips y el seguimiento se hace a través de la aplicación Beefcom. Cada vez que pasan por la manga para vacunaciones u otros trabajos, se pesan y se ve como evoluciona el engorde individual según la alimentación", específica de Ocampo.
Trabajar con los diseños de Temple Grandin en las instalaciones y con las mejores prácticas probadas en los corrales hace más confortable la vida de los animales y provoca menos estrés, que deprime el engorde. Según de Ocampo, "la producción es el resultado de: potencial genético x los insumos utilizados x el coeficiente de confort de los animales".
De Ocampo contrata los servicios de profesionales especializados para los distintos procesos de la ganadería: en nutrición, es asesorado por Atilo Chifolini, Diego Bertino y Guillermo Sánchez; en reproducción, es aconsejado por Marcelo Humarán y Lucas Massola, todo combinado con los señalamientos del asesor del CREA Río Quinto.
Por: Carlos Marin Moreno